Todos sabemos que “comer es un placer” pero reconocer cómo las emociones influyen en nuestros hábitos alimenticios, es el primer paso para desarrollar una relación más saludable con la comida. Las emociones tienen un impacto significativo en la forma en que comemos, así que, practicar la conciencia emocional y encontrar formas alternativas de manejar las emociones sin recurrir a la comida, puede ser beneficioso para mantener una alimentación equilibrada y saludable.
Es importante aclarar la diferencia entre hambre emocional y hambre fisiológica para que cada persona reflexione sobre la razón por la que está comiendo. La primera se caracteriza por aparecer de repente, no calmarse aunque se haya comido lo deseado y causar sentimiento de culpa. La segunda tiende a incrementar gradualmente, puede ser satisfecha con cualquier tipo de alimento y una vez saciada, la persona deja de comer y no genera sentimiento de culpa.
La relación entre las emociones y la alimentación en niños y adolescentes es compleja y puede variar mucho de un individuo a otro, es un tema muy importante y cada vez toma mayor relevancia por el efecto de factores internos y externos como por ejemplo, el estrés escolar, los problemas familiares o las presiones sociales que influyen en su desarrollo. Los niños pueden recurrir a la comida como una forma de lidiar con sus emociones. Comer en exceso o buscar alimentos reconfortantes puede ser una forma de manejar el estrés o la tristeza.
En situaciones donde la relación entre emociones y alimentación se vuelve preocupante, es recomendable buscar ayuda de profesionales de la salud mental y nutricional. Ellos pueden brindar orientación específica y estrategias para abordar estos desafíos.
Hay tres áreas fundamentales en las que debemos trabajar para lograr un equilibrio:
Educación emocional: Enseñar a los niños a identificar y manejar sus emociones puede ayudarles a desarrollar una relación más saludable con la comida. Esto implica fomentar habilidades para manejar el estrés, la ansiedad u otras emociones sin recurrir a la comida como única fuente de consuelo.
Ambiente familiar: El entorno familiar desempeña un papel crucial. Si hay hábitos alimenticios saludables y se fomenta un ambiente emocionalmente estable en casa, los niños pueden estar más inclinados a desarrollar una relación saludable con la comida.
Comunicación abierta: Es importante que los adultos mantengan líneas de comunicación abiertas con los niños y adolescentes sobre las emociones y cómo afectan a sus elecciones alimenticias. Esto les ayuda a comprender y afrontar mejor sus propios sentimientos.
Estar consciente de este vínculo y fomentar una comprensión saludable de las emociones, puede ayudar a establecer hábitos alimenticios más equilibrados y saludables desde una edad temprana. Cuando establecemos una relación sana con nuestra alimentación, disfrutamos de lo que comemos y esto es fundamental por varias razones:
Satisfacción emocional: Comer alimentos que te gustan y disfrutas puede mejorar tu estado de ánimo y proporcionar una sensación de placer. Valorar y disfrutar de los alimentos puede conducir a elecciones más conscientes y equilibradas.
Digestión y absorción: Estudios sugieren que el placer al comer puede mejorar la digestión y la absorción de nutrientes. Cuando disfrutas de la comida, es más probable que tu cuerpo procese y absorba mejor los nutrientes.
Conexión social: Compartir una comida agradable con amigos o familiares puede fortalecer los lazos sociales y crear momentos significativos. La comida es una parte importante de muchas culturas y celebraciones, lo que hace que disfrutar de ella sea una experiencia compartida y gratificante.
Atención plena: Disfrutar conscientemente de la comida implica prestar atención a los sabores, texturas y experiencias sensoriales mientras comes. Esta atención plena puede mejorar tu relación con la comida y promover hábitos alimenticios más saludables.
En resumen, disfrutar de lo que comes no solo es agradable, sino que también puede tener impactos positivos en tu bienestar emocional, tu relación con la comida, tu digestión y tu conexión social.